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- Salir también de la taquilla
- Eneko Arteta · Delegado de ESK # Deia, 2007-06-28
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“¡Ya os podéis casar! ¿Qué más queréis? ¡Mariconazo!”, me suelta el compañero, mientras fumamos en la calle, casi clandestinamente, el cigarro de la tarde, y se queda tan ancho. Pero hay que volver corriendo al tajo y no tengo tiempo ni ganas de darle la chapa. Después de treinta y ocho años desde aquel 28 de junio de 1969 en Nueva York en que nació lo que estamos celebrando estos días (el orgullo y todo eso), para que un colega que va de guay, te suelte a la cara semejante aserto.
Mucho ha cambiado todo desde aquella noche en Stonewall o desde la primera manifa (hace casi treinta años) hasta el día de hoy; no se puede negar que poco a poco, con el esfuerzo y la lucha de las mujeres y hombres homosexuales, sus colectivos y asociaciones, la situación no es la misma… La promulgación de una ley no puede transformar la realidad; son demasiados siglos de patriarcado y de opresión, así que la reciente ley es un paso más en la equiparación y reconocimiento de derechos, pero queda mucho que hacer contra la exclusión, la persecución y la discriminación por la orientación sexual o de identidad de género de las personas en los diversos ámbitos de la vida cotidiana y colectiva; también en el terreno laboral.
De partida, hay puestos de trabajo en los que es más fácil ser homosexual y no ocultar las expresiones diversas de esta opción; profesiones en las que nadie te controla e incluso, según el topicazo, se da por hecho que lo seas (en el mundo del arte escénico y plástico, programas de televisión…). Pero lo tienes más difícil si eres trabajador de la construcción, en la cadena de montaje o enseñante en un colegio privado. Pese a los avances, las lesbianas y gays seguimos padeciendo notorias discriminaciones en la vida colectiva y, por tanto, en el mundo del trabajo, siendo más evidentes cuando se trata de personas transgénero-transexuales.
Cuando la orientación o identidad sexual diferente es más visible, da más el cante, muchas oportunidades laborales están todavía vedadas. Debido a la discriminación, integrantes de la diversidad sexual no son aprovechados laboralmente y en algunos casos determinados, forzados a ejercer oficios relacionados con el estilismo, el espectáculo o, en el peor de los casos, la prostitución. Pero nadie negará a estas alturas que en contra de los estereotipos que hemos oído, no existen profesiones específicas de gays y lesbianas. En todas las clases sociales, en todos los ámbitos y lugares hay personas que viven de múltiples formas las diversas orientaciones o identidades sexuales.
La discriminación en el trabajo se puede manifestar de distintos modos. Muchas veces comienza en el propio proceso de selección: en la entrevista personal, por medio de los test psicotécnicos, análisis médicos que incluyen encubiertamente la prueba de detección de VIH… Hay empresas que llegan a investigar la vida privada de sus trabajadores, empresas que por tu condición sexual te minusvaloran y no cuentan contigo para la promoción interna, ascensos, responsabilidades; multinacionales como la Coca-Cola, que mientras esponsorizan eventos como el infinitamente gay de Madrid, niegan a sus empleados homosexuales, derechos que sus colegas heteros sí disfrutan; empresas que van de filogays e insertan sus anuncios en la prensa gay, mientras discriminan a sus empleados homosexuales.
Capítulo aparte en esta relación de ejemplos discriminatorios, merece el mobbing homófobo y transfóbico por parte de empresas y/o jefes que acosan moralmente a los personas por su condición sexual durante un tiempo prolongado, con el fin de conseguir la estigmatización y el aislamiento de éstas respecto al grupo, haciendo perder al acosado su autoestima personal y su reputación profesional, creando un entorno intimidatorio, humillante y ofensivo hasta provocar el hartazgo y pedir la cuenta en unos casos o bajas por problemas psicológicos en otros.
Partiendo de que nuestra orientación sexual es una cuestión personal, muchas personas gays consideran que salir a la luz no es apropiado o conveniente. Otras personas consideramos que es una parte muy importante de quienes somos y no estamos dispuestos a esconderlo. Salir del armario, de la taquilla, en el trabajo puede ser muy positivo para avanzar en la normalización y la visibilidad de lo gay, para concienciar y hacer cambiar la opinión, cuando no las ideas, de nuestras compañeras y compañeros y especialmente poder ser sinceros cuando compartimos nuestras relaciones, nuestro fin de semana, nuestros chismes…, aunque a veces también nos toca lidiar con gente ignorante, discriminatoria, que hace comentarios burlones, chistes fáciles sobre los maricas o que tienen actitudes homofóbicas.
Mal están las cosas si hay que seguir callándose para conservar el puesto de trabajo. La rebeldía y el orgullo son la clave para saber que siempre tenemos opciones y no debemos sentirnos víctimas de la gente con la que trabajamos. Acabo de leer que en Europa, solo un 10 por ciento de los hombres y un 7 por ciento de las mujeres homosexuales han salido del armario en sus trabajos. Tras los logros legales obtenidos en los últimos años como la Ley de Matrimonio Homosexual o la de Identidad de Género, ha llegado el momento de la igualdad real. El mundo laboral, la educación y la asignatura pendiente de la visibilidad son ejes de actuación en los que seguir trabajando y el proceso histórico para erradicar la discriminación laboral llevará su tiempo.
Y cuando en la próxima salida para fumar me encuentre con mi compañero incordión, le invitaré a que acuda hoy 28 de junio a las manifestaciones que con motivo del Día del Orgullo Gay han organizado en diferentes ciudades los colectivos afines a la Plataforma 28-J; y si de paso me ayuda a poner unos carteles por el centro de trabajo, pues mejor.
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- Documentación complementaria:
- Sólo el 15% de los gays españoles ha 'salido del armario' en el trabajo
- El País, 2007-05-03 # Emilio de Benito · Madrid
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